Manos en la obra
Son las 5 de la madrugada, el sol se asoma tímido entre las
montañas. Tengo las manos congeladas, los pies helados. El vapor del café sale
condensado, visible, aromático, con las nubes apeñuscadas me recibe la luz del
día, un gris extenso atraviesa la ciudad, suspiro como quien lo hace después de
llorar toda la noche, se siente muy bien el suspiro antes de la batalla. El
café antes de un día largo, adelantarse al sol y verlo salir. Dando vueltas en mi
cabeza, recorro los pasillos que alcanzan la extensión de mi vida, hay pasillos
oscuros por donde ya no paso, tengo varios marcos con imágenes que a veces voy
a ver. Tienen algo de polvo, pero siguen en perfecto estado. Tengo un armario con
prendas que ya no uso y las que uso aún no las tengo en ese armario.
En el
centro ubiqué una mesa muy grande, donde a veces revolotean algunos recuerdos,
hay pasillos que no paran de llamarme, prefiero ignorarlos. Aun así en ocasiones
no puedo evitar darme un paseo por ellos. Son insistentes, cordiales, pero bruscos saben atormentar. Logran desentrañar. Ese es el motivo de ignorarlos lo malo es
que si lo hago mucho empiezan a gritarme al oído, hay varios pasillos muy
iluminados, aún están limpios. De hecho; hay algunos libros que no están
terminados, varios que ya terminé, otros que me terminaron, ahora mismo se
escribe uno, tiene más páginas que el resto o eso veo yo, parece organizado,
pero no es complicado perderse ahí.
Tengo un cuarto sin vista a la calle, pero tiene ventanas y
entra luz natural. Un escritorio con un portátil, mis pinceles y los cuadernos
repletos de dibujos, algunos casetes y un walkman. Libros viejos que ya leí
varias veces, mi cama, la cicla, un televisor viejo que no uso, un armario y
mis lienzos. En un cajón del escritorio están mis pinturas, hay algunos oleos y
bastantes acrílicos, la verdad prefiero el acrílico. Pintar es una carretera
dividida por dos caminos, uno es el de la inspiración, en el otro se encuentra
la ruta del bloqueo. Quisiera estar siempre en la ruta de la inspiración. Al
comenzar un cuadro ya es algo sin empezar aún. Esto no solo pasa en la pintura
claro, se amplía a muchos ámbitos profesionales, artísticos y personales. Al parecer todos pasamos por esto, estando frente al lienzo, ya lo
veo, se está proyectado en mi cabeza y simplemente pongo mis manos en la obra que
ya había realizado sin pensarlo, entonces hago 20 dibujos en un día y pinto como
nunca. Con la lluvia afuera y el frío adentro, con la música y un baile muy
sutil, mis manos llenas de pintura y los pies haciendo pequeños movimientos
acompañados de cada pincelada. La pintura espesa, líquida, y seca se juntan en una
excelente mezcla cromática, salen trazos como si el lápiz fuera extensión de mi
mano. Todo sale bien cuando tengo esta inspiración, este ánimo. Todo queda como
debía, como quería. Terminé el día cansado y de nuevo suspiré viendo lo que
conseguí. Entonces fue un buen día. 
Llega la noche, la ciudad ahora se ve bajo un manto de luces
interminable. Camino a la cocina, un buen café, comedor, soledad. 1:00 p.m. nunca sé cómo irá mi día, cuando no me di cuenta que ya estaba en ese día. A veces las
noches pasan como semanas, algunas como minutos, cuando duermo no existen, es
raro que dejen de existir las noches.
Me he vuelto un buen confidente para ella,
me dice cosas que el día no conoce, siempre son interesantes como aterradoras,
no existimos para vivir de noche, como no evolucionamos para usar
tapabocas; pero así es esto, cuando te
adaptas a la noche, puede que te consuma, cuando te consume haces parte de
ella. Es como dar la vuelta a una vida normal, es comparable a caer en un boquete enorme del cual tratas de
salir o buscas la forma de vivir en él.
Pasar noches en vela tiene muchos
contrastes muchas variables, depende de las semanas o días que salgas con ella. Algunas veces te planta, en otras ocasiones es muy gentil te da confort y paz. Aun así,
siempre intenta jugar con mi cabeza. Se volvió mi amiga de los pasillos que no
quiero visitar y ahora los escucho al oído, quiere que me quede con ella, pero
simplemente, no es posible. Claro que pasamos buenos momentos, pero acorde pasa
el tiempo decaigo cada vez más, me pone en una situación complicada porque
realmente quiere hacer que vea esos pasillos. Es terca como una mula, creo que
los pasillos la manipulan para salir de la oscuridad, siempre quieren plantarse
en la mesa del medio y estar presentes pero no puedo permitirlo. No son
agradables y puedes corromper al resto de pasillos, aun así, son astutos y se
juntaron con la noche que es tan atractiva
para mí, pero eso no significa que quiera quedarme con ella más.



Otro amanecer que veo siempre anticipando el sol. Ya no es
costumbre es vicio. De nuevo levantarse de la cama sin ánimo, sin dormir. La
luz más agradable es la que puedo ver en una madrugada, todo se ve tan claro,
todo se ve tan bien, tan agradable. Luego llega esta luz incandescente que no
permite ver los detalles, te cohíbe de las pequeñas cosas. Lo odio, luego de
comer y darme un baño con agua helada, me paro frente al papel en blanco, en medio del cansancio, la
somnolencia que me tumba aun luego del agua fría. Dibujó un línea sin aparente
sentido. La veo un momento. ¿Qué saco de ahí? ¿Qué dibujo? Nada viene a mi cabeza, trato de concentrarme… pero es realmente complicado. Los pasillos no
se callan, la noche me hace falta, quiero dormir. No me siento mal tampoco,
estoy en blanco. Computador, redes sociales, Instagram; tal vez viendo algunas cosas
puedo tomar algo de inspiración. Una hora, dos horas, cocina, café, pasos, la ventana,
un cigarro y el viento frío que se lleva el humo. Algunos gatos juegan
correteándose, quiero un gato… quiero salir a caminar de su mano.
Extraño, lo
extraño que era pensar en mi forma de caminar, extraño el ruido de la calle,
otro cigarro, algunas nubes y los gatos durmiendo. Me voy a mi cuarto a
enfrentarme con ese papel. ¿Qué haré? ¿cómo y para quién?. No sé qué dibujar para
mí, ni para nadie. Llega la noche y me besa la mejilla, se siente bien, te
adormece. Dos, tres días, una semana, sigo saliendo con ella, los bloqueos se
agrandan y ahora ver el papel me inquieta, los rayones no tienen sentido y no
sale nada bueno. Sigo buscando evitar los pasillos, no se calman aún, ya me
encontraré con el sueño y seguramente su presencia me hará sentir mejor, es
algo callado y no lo veo mucho a veces me hace pasar malos ratos, pero lo extraño. Todo se distorsiona sin él ya no sé
si está o no. A veces me desespero y para calmar las ansias me pongo los audífonos y escucho un casete con
la playlist que me dio mi novia, o veo una película de Tarkovsky, leo algún
cuento de Poe o salgo a la calle. Solo que no puedo esperar a volver a mi casa,
aún no me sale nada bueno al dibujar, sin ánimo veo el papel en blanco y
suspiro, eso significa que fue otro mal día.
Me encanta la manera en la que expresa cómo las cosas y los lugares están llenos de aura.
ResponderEliminarHermosa y auténtica la forma en que visualizas las cosas, la vida, las formas en las que van pasando simultáneamente los hechos, solo quiero que sepas que en la distancia... pienso en ti, en las noches pienso en ti... extraño la niñez feliz donde no habían textos ni burocracia solo habían juguetes y 3 niños riendo de todo. Siempre te amo mucho, eres mi niño grande.
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